El desnudo y el espectador postmoderno
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Fotografía by Francesca Woodman
El
desnudo y el espectador postmoderno
Y no somos solo
animales en cuya vida política está
puesta en entredicho
su vida de seres vivientes, sino
también, a la inversa,
ciudadanos en cuyo cuerpo natural
está puesta en
entredicho su propia vida política.
Giorgio Agamben
"Estar desnudos es un
derecho", aseveró a la BBC el activista Vincent Bethell, quien agregó:
"Nos cubrimos demasiado. Nuestros sentimientos e inclinaciones", y la
ropa, según él "es parte" de un proceso de represión.
La instrumentalización del cuerpo y la
politización ideológica que se le ha añadido a partir de la era postmoderna, ha
permitido una multiplicación de manifestaciones a partir de su condición, y al
mismo tiempo a su naturalización, y ésta en consecuencia a la saturación de la
publicidad de la era postmoderna.
Pero es pertinente hacer un deslinde
de la instrumentalización específica del cuerpo desnudo. Por un lado la
desnudez es la condición material de un individuo despojado de vestimenta
alguna; por el otro, la condición del “desnudo” es una posición consciente,
performática y/o instrumental hacia una finalidad; ya sea artística, política u
otra; que trasciende el hecho de traer o no traer ropa, y se relaciona más bien
con una determinada concepción de la realidad y del cuerpo humano. Los seres
humanos somos los únicos animales capaces de estar desnudos, no solamente
porque somos los únicos primates no cubiertos de pelo, sino también porque
somos los únicos capaces de desarrollar conciencia de la carencia de vestido
total o parcial (Velasco, 2000).
Kenneth Clark hacia 1953, en un ciclo
de seis conferencias sobre el desnudo artístico realizadas en la National
Gallery of Art de Washington, señalaba la distinción entre el desnudo corporal
(the naked) y el desnudo artístico (the nude). Expresiones en lengua inglesa
que albergan concepciones distintas:
La desnudez corporal es aquella en la que
nos encontramos desvestidos, despojados de nuestras ropas; por lo que dicha
expresión entraña en cierta medida el embarazo que experimentamos la mayoría de
nosotros en dicha situación. La palabra nude,
el desnudo, no comporta, en su uso culto, ningún matiz incómodo. La imagen vaga
que proyecta en nuestro espíritu no es la de un cuerpo encogido e indefenso,
sino la de un cuerpo equilibrado, feliz o lleno de confianza: el cuerpo
reformado.
Siguiendo una vía paralela, en el
texto bíblico del Génesis cuando Adán y Eva son expulsados del Edén ¿Qué es lo
más notable de la historia? Que cobran conciencia de su desnudez porque se ven
uno al otro de manera distinta por culpa de haber comido la manzana. La
desnudez se engendró en la mente del espectador. No es la condición material de
su cuerpo la que ha cambiado, sino la visión consciente respecto de su
condición de desnudez. Por otro lado, la desnudez en sí misma es un eje
semiótico difícil de contener hacia el espectador en una propuesta de “desnudo”.
Por un lado está agenciada la propuesta ideológica, por otro lado la
experiencia misma del sujeto desnudo, y finalmente el agente más difícil de
asir, el espectador.
Si bien el desnudo lleva una larga
tradición en el mundo artístico; el desnudo como instrumento para la
performatividad propone lecturas que se disparan hacia mayores direcciones al
mismo tiempo; por su presencia física y no solo la de su representación. El
cuerpo humano es algo que nos atañe en forma muy directa, e inevitablemente su
exposición produce un efecto en nosotros, pues nos reconocemos de alguna forma,
o nos sentimos necesariamente aludidos; y la desnudez de esos cuerpos refuerza,
de algún modo, la carga semántica de la corporeidad, llevándola hasta el límite
(Velasco, 2000).
De acuerdo con los conceptos de Clark,
no es lo mismo estar desnudo que ser un Desnudo (nude). Sin embargo la división
ideal que hace Clark sobre dichos estados, no problematiza la recepción final del
espectador frente al desnudo. Es evidente que la dicotomía estar desnudo/y ser un desnudo
puede ser bastante compleja
John Berger y sus colaboradores hacen
una crítica de las ideas de Clark. Señalan que la desnudez es algo siempre
relacionado en forma directa con el punto de vista. Así mismo dentro de la
clásica puesta en escena de la figura de la mujer desnuda en la pintura, en
todo ello se alberga la implicación de que la mujer es consciente de que la
contempla un espectador (Berger, 1972).
Ella no está desnuda
tal cual es.
Ella está desnuda
como el espectador la ve.
Entonces, deviene el asunto central a
resolver; hacia qué dirección apunta el desnudo en la era postmoderna, dada su
instrumentalización excesiva en ámbitos diversos y la saturación de su
exposición a partir de otros registros y otras finalidades. ¿Cuándo el desnudo
se convierte en un estado artístico para el espectador postmoderno?
En las postrimerías de la modernidad, el
desnudo se ha convertido en una posición concreta que va más allá del cuerpo
despojado de vestimentas, sino a su performatividad y la instrumentalización
ideológica y/o artística del mismo, que al mismo tiempo responde a un archivo
de significados múltiples. El desnudo está acompañado de tanta polisemia y al
mismo tiempo se ha naturalizado en su impacto personal en el receptor. Lo que
es innegable es que el cuerpo siempre nos interpela. Berger afirmaba:
Estar desnudo es
estar sin disfraces.
Exhibirse desnudo es
convertir en un disfraz la superficie de la propia piel, los cabellos del
propio cuerpo. El desnudo está condenado a no alcanzar nunca la desnudez. El
desnudo es una forma más de vestido.
Sin embargo, la costumbre hace las
cosas invisibles, por eso no siempre basta con mostrar algo para realmente
mostrarlo. La agencia del desnudo como propuesta de ruptura o de impacto va
perdiendo su eco de representación en la era postmoderna, ya que así como los
signos acogen un inmenso archivo de otros signos; el proceso cultural de las
sociedades también responde a los mismos agentes de cambio.