El túnel

4:08 p.m. Edit This 0 Comments »

 
 
 
 
 
 




 
7:10 am El bus ya lleva detenido 15 minutos. Algunos varones son los primeros en bajar a investigar la causa de nuestra parada. En el área de la cabina del primer piso, la terramoza nos informa que por Carpapata hubieron deslices, pero que pudimos pasar sin mayor problema. Sin embargo a esta altura, ya varios kilómetros más adelante, al parecer había habido un derrumbe que estaba bloqueando la vía cerca del túnel La Virgen.
Los minutos pasan, más personas bajan del bus y conversan entre ellos sobre las lluvias de esta zona. Un señor le pregunta al copiloto del bus, cuáles son sus predicciones de viaje.
-          Ud. que siempre hace esta ruta, ¿Cómo es en estos casos? –preguntó él-
-          Suele haber derrumbes en estos meses por aquí Señor, ya están yendo máquinas a limpiar la zona –dijo el copiloto-
-          ¿Y cuánto tiempo suelen demorar estas cosas?
-          Depende. A veces han durado 12 horas, a veces 3; estamos averiguando, habrá que esperar.
-          Y ¿dónde estamos?, ¿estamos cerca?
-          Algunos están yendo caminando a San Ramon, que está cerca.
-          Yo voy a Satipo ¿es lejos?
-          Para allá si está lejos, es mejor esperar, de repente Ud. cruza el derrumbe, pero ¿quién le va a llevar luego?
-          Ya veo, gracias.
-          Espere Mister, en estos casos es mejor esperar.

Mientras clareaba la mañana, se podía observar la niebla cubriendo la cima de los cerros, y los delgados árboles que los habitaban eran contradictoriamente largos y coposos. A la distancia, estos mismos cerros, tomaban una coloración azul, siempre tocados por la niebla.
Mientras se develaba la mañana, una enfermera conversaba con un trabajador del Hipódromo de Monterrico, una administradora de Pamer le contaba las anécdotas de sus hijos a otra madre. Y al fondo de la cabina, una joven le contaba a otro pasajero una historia sobre este tipo de sucesos.
-          Hace unos años, hubo un huaico, mucho más fuerte que éste, y una persona tomó una fotografía del exacto momento en que una niña era arrastrada por el aluvión.
-          ¿Y qué pasó? –preguntó el otro pasajero-
-          Quedó la fotografía –dijo ella-
-          ¿No pudieron hacer nada?
-          Sentimos impotencia, pero no podíamos hacer nada, la vimos irse –finalizó ella-
11:34 am  Los buses empiezan a avanzar, al parecer ya está despejada el área. El túnel en sus bordes laterales conserva aún la pila de tierra acumulada que todavía no se ha retirado del lugar. Pasamos lentamente por el túnel, y los pasajeros poco a poco retoman su silencio inicial.

Urgencia de vivienda

12:41 p.m. Edit This 0 Comments »











Basta ya de agonía. No me importa
La soledad, la angustia ni la nada.
Estoy harto de escombros y de sombras.
Quiero salir al sol. Verle la cara
Al mundo. Y a la vida que me toca,
Quiero salir, al son de una campana
Que eche a volar olivos y palomas.
Y ponerme, después, a ver qué pasa
Con tanto amor. Abrir una alborada
De paz, en paz con todos los mortales.
Y penetre el amor en las entrañas
Del mundo. Y hágase la luz a mares.
Déjense de sollozos y peleen
Para que los señores sean hombres.
Tuérzanle el llanto a la melancolía.
Llamen siempre a las cosas por sus nombres.
Avívense la vida. Dense prisa.
Esta es la realidad. Y esta es la hora
De acabar de llorar mustios collados,
Campos de soledad. ¡A otra cosa!
Basta ya de gemidos. No me importa
La soledad de nadie. Tengo ganas
De ir por el sol. Y al aire de este mundo
Abrir, de paz en paz, una esperanza.

Poema: A otra cosa,
Alejandro Romualdo

Poesía Vertical

11:04 a.m. Edit This 0 Comments »

En una noche que debió ser lluvia
o en el muelle de un puerto tal vez inexistente
o en una tarde clara, sentado a una mesa sin nadie,
se me cayó una parte mía.
No ha dejado ningún hueco.
Es más: pareciera algo que ha llegado
y no algo que se ha ido.
Pero ahora,
en las noches sin lluvia,
en las ciudades sin muelles,
en las mesas sin tardes,
me siento de repente mucho más solo
y no me animo a palparme,
aunque todo parezca estar en su sitio,
quizá todavía un poco más que antes.
Y sospecho que hubiera sido preferible
quedarme en aquella perdida parte mía
y no en este casi todo
que aún sigue sin caer.

De: Poesía Vertical II, Roberto Juarroz

Calendarios de frenesí

10:00 a.m. Edit This 0 Comments »
Los funerales tendrían que ser en los pantanos.
Parece justo que los vivos que acompañan
al muerto también lo pasen mal
Henri Michaux 

 
En esta tarde de miércoles me he preparado el almuerzo;
una jaula de aves en misa
ellas rezan por mí, y escriben páginas en blanco
Las puertas anillan el arte sobre mi pecho
y aun las voces de los bárbaros me visitan
Existo, aquí
en esta fábrica abandonada de zapatos
donde labra un hombre que fabrica
el juego de los pasos
Aquí, en la habitación de la tierra
Tu amor como un cubo de hielo, se acuesta antes de desaparecer
Has dejado la bata y el aliento, de tu casa natal
pero tú el tetrarca entre el fósforo, el nardo y el bosque
me nombras desde tu vagón de norias
Bracero de esta bóveda, aún no se ha dibujado nuestro mapa
Estamos como las olas de una ribera de rio
rozando sutilmente la tierra media
Han pasado días muertos sobre ti
Los mamíferos han envejecido
Y nadie entiende a qué viaje nos ha lanzado la labranza
Ahora tu tierna mano coge mi rama joven
y me llevas a las afueras de la ciudad
donde un astro me espera con una silla

No tengo otro horizonte, más que el de arrastrar mi silla
detrás de tus manos
 

El eco en el caos

8:22 p.m. Edit This 0 Comments »

María Polydouri (un poema de El eco en el caos)

[Hoy...]

Hoy, justo antes de que la luz llenara el cielo,
escuché unas campanas que sonaban lejos, en la ciudad.
Unas campanas... ¿Por qué reparé en ellas? Como si las últimas sombras
esparcieran el odio lentamente y se movieran con pesadumbre.

¿Dónde dejé el dulce corazón de mi niñez,
en qué momento, atado a qué tañido de campanas?
En qué momento... Y hoy, para rezar mi oración,
me puse de rodillas, triste.

Una oración a la belleza, esa madre olvidada,
a la ignorancia, a la sonrisa, a la voz de los sueños,
mientras hoy escucho a las campanas del desconsuelo
cómo anuncian con pena la muerte intempestiva.

(María Polydouri, El eco en en caos, 1929)
Traducción: Juan Manuel Macías

El ala-madre de Vallejo

8:00 p.m. Edit This 0 Comments »
El siguiente texto va de la mano de un extracto del poema Pasos Lejanos de Vallejo. La ansiedad estructural de la sociedad; acaso no se detiene, no se pausa en este abrazo fundacional.


«La ternura es, ante todo, adaptación a este ritmo lento, y a la par abundante, dentro del cual hace eclosión la vida. Es, fundamentalmente, desdén del tiempo, olvido de la prisa. En la caricia el tiempo queda suspendido y su más profunda esencia radica en el acorde secreto en el que se instala “la espera”. Unos acordes, el ritmo inescrutable de la vida; la mano que acaricia olvidada del tiempo, de su transcurrir, parece esperar que algo se entreabra y despliegue. Es como un aguardar a que las cosas se revelen en su esencia, y de ahí su lento respeto, su confianza en una identidad arcaida con lo que es acariciado. Una caricia apresurada es la negación de toda ternura. Si la ternura se atropella, basta esto para revelar su falsedad. Hay en toda ternura una sosegada espera al mismo tiempo que una seguridad tranquila. ¿No es la lentitud de la caricia una evocación de la lentitud de todo crecimieto? Y su ritmo, tan opuesto al atropello y a la prisa, ¿no es el eco de ese ritmo con el que toda vida se va desarrollando? Si la caricia da confianza es porque nace de una hondísima confianza en aquello que con la vida surge. En la ternura y en la caricia, la intencionalidad del hombre, el tono de su ser y de sus músculos se solidarizan con el ritmo profundo que renueva las células, los materiales de la vida, con un tiempo biológico, lento, calmoso. Por eso la caricia materna calma el dolor del golpe mejor que ningún analgésico; sabe, de antemano, que aquello va a pasar, que la herida y el daño, arrastrados por el fluir de la vida, van a ser reparados.»

[Rof Carballo, Juan: Violencia y ternura. Madrid: Prensa española, 1967, p. 208]
                                                               «El abrazo», de Klimt
 
"(...)Y mi madre pasea allá en los huertos,
saboreando un sabor ya sin sabor.
Está ahora tan suave,
tan ala, tan salida, tan amor (...)"

[Cesar Vallejo: Pasos Lejanos.]