Cuatro días de oleaje
6:33 p.m. Edit This 0 Comments »
Nosotros
beberemos la luz que se extingue sobre la pólvora; aquella liturgia tendida sobre
la hoguera. Nosotros, la manada de espinas que tensa su elegía en la ciudad,
beberemos el tufo salino de las avenidas, el ácido rumor de una sonrisa
prohibida. Y aguardas –te digo- en mis sueños, en un cultivo de amapolas en
pleno verano. Pero, la tarde nos subleva; y he oído el rumor del bosque; y he
oído caer tu nombre como una catarata de balas sobre mi pecho de perro
envenenado. Y he oído, tu silencio de metal. Y he oído, el siseo de tu boca al
nombrar la noche. Viene el humo. Viene la noche en su alfombra roja, y toda la
fatalidad de tu cuerpo, que golpea mi copa. Viene el diluvio. Este oscuro
amanecer, que descansa tu espectro de diamante. Aguarda –te pido- un cajón para
guardar tu cólera; aquel viejo reptil que alista la madera, para clavar todas
mis palabras en tu Cristo. Adolescente –te pido- conjura mi cabeza de antílope
cazado hacia ti.
Por
esto, suspendido en el hangar del viento, un lobo adolescente aúlla, descuelga
su magia en el alfabeto enfurecido. Por estos cuatro días de oleaje, descuelga
tu clava cabeza, para descansar de la marcha y rumiar como una minúscula abeja
sobre la flor de los ataúdes.